domingo, 24 de agosto de 2008

Kortatu, Euskal Herria.


El tema del País Vasco (Euskal Herria) es más complicado de lo que parece. Unos dicen que hace parte de España, otros que no, que solo es parte del Estado, otros que tampoco... en fin, resulta que el tema nacionalista vasco es tal, que en medio de tanto conflicto, han nacido grandes representantes de la música 'peninsular', como es el caso de Kortatu.

El tema nacionalista 'abertzale' fue una de las máximas de este grupo que fue pionero en introducir el punk y el ska en el territorio. De hecho, sus canciones eran cantadas en ambos idiomas, castellano y euskera, con la idea de honrar la identidad vasca y de lograr una mayor acogida en el Euskal Herria. La historia del grupo viene precisamente del nombre del pueblo donde se crió un etarra que tenía el alias de 'Korta', por el caserío donde había nacido: Kortatu.

El caso, en mis eternas navegadas por Internet, me di cuenta que Kortatu no solo fue un grupo muy importante para las juventudes ochenteras españolas (como Negu Gorriak o La Polla Records), sino que además lo fue para el País Vasco entero. Sus letras tenían los temas de costumbre: la lucha antiburguesa, el deterioro de la sociedad y por supuesto, temas relacionados con Euskal Herria y la independencia.

Finalmente logré mi objetivo: encontrar una canción representativa de la lucha vasca... y me encontré con 'Sarri Sarri'. Una canción en euskera, que hace referencia a la fuga de dos etarras, alias 'Sarri' y alias 'Piti', que se escaparon en los altavoces de un cantautor vasco, durante una presentación en una carcel a lo Johnny Cash.

'Sarri Sarri', basada en la canción reaggae 'Chatty Chatty' del grupo Toots & the Maytals, fue un éxito total, rememorando la hazaña de los etarras y burlándose de las autoridades que no fueron capaces de darse cuenta del hecho. Precisamente, la idea de este post, es mostrarles el talento de Kortatu y hacer rememoranza de Toots & the Maytals. Y aunque ya no existan, por el momento y hasta siempre: ¡gora kortatu!

Mariano Lugari.

Sarri Sarri - Kortatu


Chatty Chatty - Toots & the Maytals

viernes, 1 de agosto de 2008

LA RECONTRA, o la fiesta busca su hogar


Es muy poca la música que oímos, pese a que las distancias parecen no existir. Es tanto el ruido que en realidad nadie pone a tención, son tan pocos los que tienen el control que la mayoría de las manifestaciones musicales están todas abarcadas en la despectiva denominación “World music”. Es una especie de miedo a la novedad lo que nos impulsa a quedarnos con lo que ya conocemos, y en un mundo en el que cada vez hay más música resulta triste que de hecho es cada vez menos lo que estamos dispuestos a oír, o en este caso a bailar.

Con Javier Beltrán, un gran amigo mío, tenemos montada una fiesta que funcionó durante tres meses en un bar del norte de Bogotá. Se llama LA RECONTRA aunque ha tenido otros nombres antes. No ponemos en esta fiesta nada que se relacione con el mercado “Anglo”, ni techno, ni rock ni pop. Usamos solamente música que me he empecinado en llamar “de la frontera”, aunque la fiesta a primera vista sea una fiesta gitana. Hay muchas ciudades del mundo en las que se realizan este tipo de fiestas, como en Ámsterdam o Buenos Aires, con la fiesta “Bubamara”.

Los géneros que suenan son muchos y muy diversos. Desde el funk y el Hip Hop no comerciales de grupos como Ozomatli y Jurassic 5 o ritmos latinoamericanos como los de Plastilina Mosh, Illya Kuryaki and The Valderramas e incluso Lucho Bermúdez o Pastor López, hasta música de los Balcanes (Gogol Bordello, Magnifico, Kusturica, Balkan Beat Box) o grupos de la nueva rumba española, como Los Delinqüentes, Ojos de Brujo o El Bicho, por nombrar solamente algunos.



Puedo dar cuenta del éxito que hemos tenido, pues la gente que va se sube a bailar en la tarima, salta toda la noche y al final sale eufórica. No es tanto el mérito nuestro porque la música se defiende sola, es música que sale desde las entrañas de la gente y de los pueblos, música que hace saltar y que está hecha para el desenfreno y la rumba. El gueto es siempre el escenario de las mejores fiestas, las manifestaciones más crudas y más honestas de la cultura universal. Como todos oyen los mismo y el resto del mundo se ha convertido en el gueto de los medios masivos, es mucha la música que existe que nos hace vibrar y nos llena de alegría, lo que necesitamos es asomarnos a oír lo que se está haciendo y ya está.

Sin embargo, el éxito monetario, debido al estrecho público que oye o disfruta de este tipo de música, es muy moderado. Toda esta disertación apunta a lo siguiente: el otro día llamé a uno de los dueños del bar a preguntar por la fecha de la siguiente fiesta (que queremos hacer mensualmente) y me dijo (palabras textuales): “Ahí le dejé un Jueves para su fiesta bohemia”. Pese a que entendemos la necesidad de los bares de subsistir con fiestas que les reporten ganancias sustanciales, no pudimos evitar sentirnos ofendidos con una designación tan lejana al espíritu de nuestra fiesta. Bohemio es un término despectivo que normalmente se usa para denominar a gente de izquierda que oye Silvio Rodríguez y lee poemas de Benedetti. Tanto Javier como yo hemos dejado atrás hace mucho esos días de enardecida cursilería y el mal genio en los dos no se hizo esperar.

Por lo tanto, estamos huérfanos. Si alguno de ustedes sabe de un bar o una discoteca que quiera acoger nuestra propuesta, nos gustaría que nos lo hicieran saber a través de este blog, desde el que imploramos un espacio para no perder lo que ya habíamos logrado, un lugar en el que podamos hacer una fiesta realmente diferente en una ciudad que poco propone a la hora de rumbear. Entonces por favor ayúdennos, envíen este post a sus contactos, o cuéntenles a sus amigos, para ver si existe una forma de volver a hacer LA RECONTRA. Este es en realidad un aviso clasificado de seis párrafos.

Santiago Rivas

Muse (Bogotá, Julio 20 de 2008)


“During the struggle
They will pull us down
Please, please

Let’s use this chance
To turn things around

And tonight
We can truly say

Together we're invincible”


Este es un artículo sobre las palabras. No puede ser casualidad que Muse llegara a Bogotá justo este año, justo en el día en que celebramos nuestra Declaración de Independencia. Es un artículo sobre las palabras porque este es un país en que muchas de ellas se han convertido en armas mortales, un país en el que no existe la comunicación, ni la memoria, el país del blanco y el negro, de los absolutos y los oídos cerrados. No puede ser una coincidencia que hayamos ido los que fuimos a oír un grupo que tan elocuentemente habla de la destrucción, de cambio y de la responsabilidad que todos tenemos frente a la construcción de un mundo diferente, la necesidad de crear una nueva y mejorada realidad.

Hablamos muy a menudo de la patria y del progreso, de los buenos y los malos. Marchamos con el grito en el cuello para reclamar lo que creemos correcto, pero somos incapaces de ver lo que realmente bulle por debajo de los sistemas que nos gobiernan. Somos autómatas que gritan a favor de una bondad que desconocemos.

Es poco lo que puedo decir realmente sobre Muse que no se haya dicho ya, pero voy a intentarlo. Es una banda apocalíptica en todo el sentido de la palabra, con riffs de guitarra grandilocuentes, episodios de piano limpísimos y de una belleza increíble y baterías que dentro de la calidad de una buena percusión incluyen a veces redobles de marcha.

Los empresarios, sin embargo, pensaron que se trataba de una banda de brit pop y pusieron como telonero a una banda colombiana de pop británico (así como lo lee, amigo contribuyente). The Hall Effect vio la luz muy lejos del barrio Londres, al noroccidente de Bogotá, y su popularidad crece, como pasa con todo aquello que es políticamente correcto. Al igual que la mayoría de los compositores de brit pop que nacieron efectivamente en las islas británicas, no hacen música nada novedosa; la fórmula de hacer rock con el Happy Birthday, como lo dice muy acertadamente mi amigo Manuel. Por eso solo se llevan este desafortunado párrafo.

Cuando uso el término “apocalíptica” (acuñado en este caso por Ana, otra gran amiga mía) no me refiero a que nos llamen a arrepentirnos porque se acerca el fin de los tiempos y menos aún a sentarnos a llorar. Hablan de renovación y de revolución, como cantándole al mundo entero. Son capaces de evocar la tristeza más profunda y la ira más encendida, incluso la alegría y el amor más brillantes. Hacen el mejor cover que yo haya oído de una canción de Nina Simone (Feeling good) y sus letras están escritas para buscar nuestras fibras más sensibles, con una claridad que existe en pocos compositores modernos, que se escapa a las fórmulas convencionales. Este es un artículo sobre las palabras porque decimos oír pero no lo hacemos, porque obviamos el mensaje para quedarnos con nuestros propios argumentos y cantar las mismas canciones que recordamos pero no entendemos.

Es fácil oír Muse. Yo estoy convencido de que a todo el mundo le gusta Wagner, porque no existe nada que más cale que el dramatismo de una buena pieza épica, y esta banda usa esta fórmula a la perfección. Y aún así es difícil comprenderlos. Es un rock sentido como el que pocas veces encontramos en estos días y está compuesto sin dejar un solo pedazo al azar, lo que se puede evidenciar perfectamente viéndolos en vivo. Fueron capaces de emocionarme y hacerme gritar hasta la ronquera, nos dejaron a mí y a mis amigos perplejos, sintiendo la necesidad urgente de un trago, para poder sentarnos a comentar lo que habíamos visto, el estremecimiento de todos no podía ser coincidencia.


Este es un artículo sobre las palabras porque Muse habla de la libertad y del cambio, del poder que tenemos para crear nuestra propia realidad y pedir por nuestros derechos. Habían marchado las multitudes esa mañana exigiendo una causa que pese a su justicia, oculta en muchos niveles los hilos de horror e ignorancia que atan y manejan a nuestro país. Y mientras los oía cantar Knights of Cydonia o Invincible (de donde sale la cita de arriba), viendo desfilar por la pantalla de atrás a tantos que durante la historia caminaron en pro de la libertad (las marchas en Soweto, las manifestaciones de Mayo del 68), no pude evitar sentir tristeza por el vacío enorme en el que esas palabras resonaron: el vacío de un país, que al igual que el mundo entero ha olvidado el verdadero significado de las palabras que antes impulsaron cambios fundamentales pero que ahora parecen ser un eslogan más del statu quo y de los sistemas que se nutren con nuestro silencio.

La imagen de Muse en vivo en Bogotá fue tomada de la dirección de flickr de Juliana, una muy querida amiga mía que además tiene cámara (no de aire como los Nike o los pump): http://flickr.com/photos/lafalsaalicia/

Por último quiero pedir disculpas a mis lectores, no solo por lo largo de este artículo, también por mi ausencia prolongadísima en las líneas de este blog. Espero no haberlos perdido a ninguno de ustedes y espero también tener la cabeza para volver pronto a escribir acá, no en seis meses, como en este caso. Valga este artículo para que el silencio en El Wolman también se rompa, gracias a todos por su paciencia.

Santiago Rivas